jueves, 8 de mayo de 2014

Un hombre con suerte

“Pronto llegará el día de mi suerte, pronto antes de mi muerte, seguro que mi suerte cambiará”. Esta canción de Willie Colón nacido en el Bronx en 1950, en la voz inigualable de Héctor Lavoe, define la vida y obra de Gabriel García Márquez (1928-2014), un hombre tocado por la mano de la diosa fortuna a quien la suerte le llegó “un día de éstos”, y supo aprovecharla.
Cambio de escena y de escenario. Gabriel y su familia aterrizan en el aeropuerto de Madrid el 4 de noviembre de 1967, alquilan un coche que les lleva a su nueva ciudad, Barcelona. Allí, instalados en una espaciosa planta baja, la música cobra un lugar especial, más que los libros. La nueva casa es lugar de reunión de gustosas visitas como las de los Feduchi, Pla, Luján o Cunqueiro. Le da tiempo a escribir El otoño del patriarca y los Doce cuentos peregrinos. Y escucha de paseo por la Rambla a ese niño prodigio llamado Pedro Gené y su grupo Lone Star cantando “Mi calle”, una canción que se convierte en himno, y no solo en Barcelona, en aquel noviembre de 1968.

A Gabriel García Marquez le llegó el día de la suerte, pero no olvidó que todos albergamos la misma esperanza. “A Dios vayáis, con Dios quedéis”. A dormir al lado del manco (de Lepanto). Que aquí nos quedamos el resto viviendo para contarla.

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