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Este ya clásico relato combina cada uno de los elementos que lo componen para revelar una dimensión estremecedora del tiempo en que los acontecimientos ocurren y del tiempo en que se narran. Ambos convergen en la plenitud sabia de este relato que avanza y retrocede de acuerdo con precisas y preciosas pautas narrativas, creando una correspondencia gozosa entre el acto de inventar y escribir, y el acto de leer e imaginar una historia, una novela, una renovada y admirable mitología.
Acaso sea Crónica de una muerte anunciada la obra más "realista" de Gabriel García Márquez, pues se basa en un hecho histórico acontecido en la tierra natal del escritor.
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El tiempo cíclico, tan utilizado por García Márquez en sus obras, reaparece aquí minuciosamente descompuesto en cada uno de sus momentos, reconstruido prolija y exactamente por el narrador, que va dando cuenta de lo que sucedió mucho tiempo atrás, que avanza y retrocede en su relato y hasta llega mucho tiempo después para contar el destino de los supervivientes.
La acción es, a un tiempo, colectiva y personal, clara y ambigua, y atrapa al lector desde un principio, a pesar de que conoce el desenlace de la trama.
La dialéctica entre mito y realidad se ve potenciada aquí, una vez más, por una prosa tan cargada de fascinación que los eleva hasta las fronteras de la leyenda.
Dos historias hay en este libro. Una de ellas, apenas esbozada, es la de un amor secreto que culmina en la muerte elegida por un hombre que ha querido ponerse a salvo " de los tormentos de la memoria".
La otra historia es la de un amor que hace de esos tormentos su alimento. Un amor acechado por los enemigos: el deterioro físico, la vejez, la muerte, pero que es capaz, no solo de resistirlos, si no también de transformarlos en el ímpetu del deseo.
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La exacerbación del deseo se alía a la muerte y a la enfermedad porque se les parece: "Los síntomas del amor son los mismos del cólera".
En este relato infinitamente seductor, Gabriel García Márquez narra la obsesión del deseo con un arrebato que lo aparta de sus grandes novelas anteriores y a la vez lo acerca a ellas. A la circularidad del tiempo en Macondo, al enclaustramiento del tirano aislado en su poder demencial, sucede ahora la vigencia imbatible del deseo ahincado en si mismo. Un deseo que avanza hacia su origen en un movimiento del barco Nueva Fidelidad, que seguirá yendo y viniendo "toda la vida".
El coronel no tiene quien le escriba fue escrita por Gabriel García Márquez durante su estancia en París, adonde había llegado como corresponsal de prensa y con la secreta intención de estudiar cine, a mediados de los años cincuenta.
El cierre del periódico para el que trabajaba le sumió en la pobreza, mientras redactaba en tres versiones distintas esta excepcional novela, que fue rechazada por varios editores antes de su publicación. Tras el barroquismo faulkneriano de La hojarasca, esta segunda novela supone un paso hacia la ascesis, hacia la economía expresiva, y el estilo del escritor se hace más puro y transparente.
Se trata también de una historia de injusticia y violencia: un viejo coronel retirado va al puerto todos los viernes a esperar la llegada de la carta oficial que responda a la justa reclamación de sus derechos por los servicios prestados a la patria. Pero la patria permanece muda...
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'El Coronel es una anécdota, pero ante todo un retrato. Nos lleva, no hacia un hecho, sino hacia un personaje, y en última instancia, una visión. (Luis Harss, 'Los nuestros'.)
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